La relación entre el yodo y la salud tiroidea ha sido un tema de debate, especialmente en personas con hipotiroidismo y tiroiditis de Hashimoto. Mientras algunos sostienen que la ingesta de yodo, incluyendo la sal yodada, podría agravar esta condición, otros defienden que una dosis moderada es segura e incluso necesaria para el correcto funcionamiento de la glándula tiroides. En este artículo, exploraremos el papel del yodo en la salud de la tiroides y los riesgos de su consumo insuficiente o excesivo. También hablaremos sobre las dudas que surgen sobre el consumo de sal yodada en personas con hipotiroidismo por Hashimoto.
La importancia de yodo en la función tiroidea
Para comenzar, debemos tener claro que la tiroides NECESITA yodo. El yodo es un mineral esencial para la producción de hormonas tiroideas, ya que la glándula tiroides lo capta activamente del torrente sanguíneo para sintetizar la tiroxina (T4) y la triyodotironina (T3). Estas hormonas desempeñan un papel clave en la regulación del metabolismo, la producción de energía, el crecimiento celular y la función del sistema nervioso. Sin una cantidad suficiente de yodo, la tiroides no puede producir estas hormonas en niveles adecuados, lo que puede derivar en hipotiroidismo. Una deficiencia de yodo puede causar síntomas como fatiga, aumento de peso, piel seca y muchos otros… Además, la deficiencia de yodo puede provocar bocio, una inflamación de la glándula tiroides en un intento por captar más yodo del organismo, así como alteraciones metabólicas y cognitivas.
Consecuencias de una deficiencia de yodo
Reducir la ingesta de yodo al mínimo puede generar serios problemas tiroideos, especialmente en personas con hipotiroidismo. Entre las consecuencias de una deficiencia de yodo se incluyen:
- Bocio y la inflamación tiroidea.
- Disminución de la producción de hormonas tiroideas, provocando o agravando el hipotiroidismo.
- Deterioro de la función cognitiva y fatiga crónica.
- Impacto negativo en la fertilidad y el desarrollo fetal.
Tiroiditis de Hashimoto, hipotiroidismo y yodo
Hashimoto es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunológico ataca la glándula tiroides, causando inflamación y, con el tiempo, reduciendo la producción hormonal. Algunos estudios han sugerido que el exceso de yodo podría aumentar la actividad autoinmune en Hashimoto, acelerando la progresión de la enfermedad. Sin embargo, esto no significa que se deba eliminar completamente el yodo de la dieta.
Mención aparte, si una persona con Hashimoto ya está tomando T4 (levotiroxina), esto no reemplaza la necesidad de yodo en el organismo, ya que el yodo sigue siendo fundamental para otras funciones biológicas, como el desarrollo neurológico y la función inmunitaria. La clave es mantener un consumo moderado y controlado de yodo para evitar tanto la deficiencia como el exceso.
¿Cuál es la dosis adecuada de yodo en Hipotiroidismo y Hashimoto?
La Organización Mundial de la Salud recomienda una ingesta diaria de:
- 150 mcg para adultos.
- 250 mcg para mujeres embarazadas y lactantes.
Algunos estudios sugieren que en personas con tiroiditis de Hashimoto, dosis superiores a 300 mcg diarios pueden estimular la autoinmunidad. Sin embargo, cada caso es diferente, y algunos pueden tolerar más sin efectos adversos. La clave está en obtener el yodo de fuentes naturales como pescado, mariscos, huevos y la sal yodada de manera controlada.
Según el Instituto de Medicina de EE.UU. (IOM) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), el límite máximo tolerable de yodo es:
- 1,100 mcg (1.1 mg) diarios para adultos.
- 900 mcg para adolescentes.
- 600 mcg para niños de 4 a 8 años.
Exceder este límite de manera continua puede provocar disfunción tiroidea, como hipotiroidismo inducido por yodo o hipertiroidismo en personas con predisposición. También puede desencadenar o empeorar enfermedades autoinmunes tiroideas como Hashimoto y enfermedad de Graves.
Diferencias entre Sal Yodada, Sal Marina y Sal Rosada
Existen diversas opciones de sal en el mercado, pero no todas son fuentes confiables de yodo. La sal marina natural, si bien no siempre contiene yodo añadido, puede ser una alternativa a la sal yodada de mesa si la dieta incluye otras fuentes naturales de yodo. De igual manera, la sal rosada del Himalaya, aunque es rica en minerales, generalmente no aporta una cantidad significativa de yodo, por lo que no debería considerarse una fuente confiable de este nutriente. Sin embargo, su uso moderado en combinación con otras fuentes ricas en yodo puede ser una opción válida. Es importante asegurarse de obtener suficiente yodo para el correcto funcionamiento tiroideo.
- Sal yodada: Es sal de mesa común a la que se le añade yodo para prevenir deficiencias. Es una fuente segura y regulada de yodo en la alimentación. Valga la aclaración, según cada país, la cantidad de yodo en sal yodada varía entre 45 – 77 mcg por 1 gramo de sal.
- Sal marina natural: Puede contener trazas de yodo de forma natural, pero su cantidad es variable y no está garantizada.
- Sal rosada del Himalaya: Contiene minerales traza beneficiosos, pero su contenido de yodo es insignificante. No es una fuente adecuada para garantizar un aporte suficiente de yodo en la dieta.
Para quienes buscan asegurar un consumo adecuado de yodo, la sal yodada sigue siendo la mejor opción, especialmente si la dieta no incluye otras fuentes ricas en yodo.
Alimentos ricos en Yodo
Para mantener un adecuado equilibrio de yodo en la alimentación de personas con hipotiroidismo y tiroiditis Hashimoto, es recomendable incluir alimentos ricos en este mineral. A continuación, tienes algunas fuentes principales y su contenido estimado de yodo:
- Algas marinas: 2,000-16,000 mcg x 100 gr (según la variedad).
- Bacalao: 110 mcg x 100 gr
- Atún enlatado: 17 mcg x 100 gr
- Camarones: 35 mcg x 100 gr
- Huevos: 12 mcg x 1 huevo mediano.
- Yogur natural: 40-60 mcg x 100 gr
- Queso cottage: 30 mcg x100 gr
El consumo equilibrado de estos alimentos puede ayudar a mantener niveles adecuados de yodo sin excederse, especialmente en personas con Hashimoto.
Correlación entre Selenio y Yodo
En todo lo mencionado, aún falta una pieza clave que, aunque pequeña, desempeña un papel fundamental: la relación entre el yodo y el selenio. Ambos micronutrientes esenciales para la función tiroidea, desempeñan roles complementarios en la producción y regulación de las hormonas tiroideas. El yodo es indispensable para la síntesis de T3 y T4, pero su exceso puede generar estrés oxidativo y aumentar el riesgo de tiroiditis autoinmune en personas predispuestas. Por otro lado, el selenio es fundamental para la actividad de selenoproteínas como la glutatión peroxidasa y las desyodasas, que protegen la glándula tiroides del daño oxidativo y regulan la conversión de T4 en T3. Además, el selenio tiene un papel clave en la modulación de la respuesta inmune, ayudando a reducir la inflamación y el riesgo de enfermedades autoinmunes tiroideas, como Hashimoto y Graves.
De esta manera, un déficit de selenio puede agravar los efectos adversos del exceso de yodo, mientras que una ingesta adecuada ayuda a mitigar el daño oxidativo y favorece una función tiroidea óptima. Por ello, mantener un equilibrio adecuado entre yodo y selenio es crucial para la prevención y manejo de los trastornos tiroideos.
Conclusión
El yodo es esencial para el funcionamiento tiroideo, pero su ingesta debe ser equilibrada. Ni el exceso ni la deficiencia son recomendables, y cada persona con Hashimoto o hipotiroidismo debería ajustar su consumo según su situación específica. Antes de realizar cambios drásticos en la dieta, es recomendable consultar a un profesional de la salud para determinar la mejor estrategia nutricional y mantener el equilibrio necesario para la salud tiroidea.
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