3 de octubre de 2024
Disruptores endocrinos
Los disruptores endocrinos son químicos capaces de mimetizar nuestras hormonas y, por tanto, de alterar el correcto funcionamiento corporal y afectar negativamente a nuestra salud.

Cómo disminuir el impacto de los disruptores endocrinos

Los disruptores endocrinos son sustancias químicas naturales o artificiales que interfieren con el sistema endocrino del cuerpo. El sistema endocrino incluye una serie de glándulas y órganos que sintetizan, almacenan y secretan hormonas, y es responsable de regular numerosas funciones en todo el cuerpo, incluyendo el estado de ánimo, el metabolismo, el sueño, la función sexual y el sistema reproductivo. Los disruptores endocrinos pueden inducir varios problemas de salud, como trastornos del desarrollo, reproductivos, neurológicos e inmunológicos. En este artículo encontrarás la lista de disruptores endocrinos más comunes.

Los disruptores endocrinos son sustancias capaces de mimetizar nuestras hormonas y, por tanto, alterar el correcto funcionamiento corporal y afectar negativamente a nuestra salud.

¿Qué son los disruptores endocrinos?

Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), cualquier sustancia química exógena que pueda afectar a la síntesis, el transporte, el metabolismo y la eliminación de las hormonas endógenas puede definirse como un disruptor endocrino.

Se han identificado más de 1.000 sustancias químicas en el medio ambiente con potentes capacidades de alteración endocrina. Entre ellas se encuentran pesticidas, fungicidas, productos químicos industriales, plastificantes, nonilfenoles, metales, agentes farmacéuticos y fitoestrógenos.

Según su origen, los disruptores endocrinos pueden clasificarse en industriales (bifenilos policlorados), agrícolas (pesticidas), farmacéuticos (parabenos) y residenciales (bisfenol A). Además, los metales pesados como el plomo, el mercurio, el cadmio y el arsénico pueden considerarse disruptores endocrinos.

¿Cuáles son los disruptores endocrinos más comunes?

  • Bisfenol A (BPA): se utiliza para fabricar plásticos de policarbonato y resinas epoxi, que se encuentran en muchos productos de plástico, incluidos los envases de alimentos. El BPA tiene una estructura química muy similar a la del estrógeno, por lo que puede unirse a los receptores de estrógeno en el cuerpo e influir en los procesos que se ven afectados por el estrógeno, como la regularidad menstrual, los síntomas del síndrome premenstrual y la función cerebral. Se han encontrado niveles más altos de BPA en mujeres con síndrome de ovario poliquístico (SOP).
  • Parabenos: grupo de sustancias químicas muy utilizadas en los cosméticos y productos de cuidado corporal como conservantes. A menudo se encuentran en los productos de belleza como metilparabeno, propilparabeno y butilparabeno. Los parabenos actúan como disruptores de estrógenos en hombres y mujeres.
  • Ftalatos: utilizados para hacer más flexibles los plásticos, también se encuentran en algunos envases de alimentos, cosméticos, juguetes para niños y dispositivos médicos. Los ftalatos ejercen su efecto sobre el sistema endocrino al alterar las hormonas reproductivas y tienen el efecto particular de ser antiandrogénicos – afectando a los niveles saludables de testosterona.
  • Triclosán: puede encontrarse en algunos productos antimicrobianos y de cuidado personal, como los jabones líquidos para el cuerpo. El triclosán no sólo es un disruptor endocrino, sino también un presunto carcinógeno. Algunos investigadores creen que el triclosán contribuye a la resistencia bacteriana de la misma manera que el uso excesivo de antibióticos. El triclosán también podría tener potentes efectos en la alteración del microbioma – causando efectos adversos en la función inmune, el estado de ánimo saludable y otras funciones.
  • Fitoestrógenos: sustancias naturales presentes en las plantas que tienen una actividad similar a la de las hormonas, como la genisteína y la daidzeína que se encuentran en los productos de soja.
  • Éteres bifenílicos polibromados (PBDE): utilizados para fabricar retardantes de llama para productos domésticos como la espuma de los muebles y las alfombras.
  • Dioxinas: producidas como subproducto en la producción de herbicidas y el blanqueo de papel, también se liberan al medio ambiente durante la quema de residuos y los incendios forestales.
  • Perclorato: un subproducto de las industrias aeroespacial, armamentística y farmacéutica que se encuentra en el agua potable y en los fuegos artificiales.
  • Sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS): se utilizan ampliamente en aplicaciones industriales, como las espumas contra incendios y los revestimientos antiadherentes para sartenes, papel y textiles.
  • Bifenilos policlorados (PCB): se utilizan para fabricar equipos eléctricos como transformadores, y en fluidos hidráulicos, fluidos de transferencia de calor, lubricantes y plastificantes.

¿Cómo entran en nuestro organismo?

Los disruptores endocrinos entran en el cuerpo humano principalmente por ingestión (consumo de alimentos/agua), inhalación o exposición directa de la piel. La mayoría de estas sustancias químicas son lipofílicas y, por tanto, se acumulan en el tejido adiposo. Esto da lugar a una vida media muy larga de estas sustancias químicas en el organismo.    

El momento de la exposición es un parámetro importante para determinar el impacto exacto de los alteradores endocrinos en los seres humanos. En la mayoría de los casos, los efectos se desarrollan gradualmente y se manifiestan en etapas posteriores de la vida. Aunque, en algunas personas, estas sustancias químicas no inducen ninguna consecuencia evidente.

¿Cuáles son los efectos de los disruptores endocrinos en la salud?

Los disruptores endocrinos pueden influir en la funcionalidad del sistema endocrino imitando las funciones de las hormonas endógenas o alterando la producción de hormonas.

Los alteradores endocrinos imitan las funciones de las hormonas endógenas uniéndose directamente y activando una amplia gama de receptores hormonales, incluidos los receptores de estrógenos, los receptores de andrógenos, los receptores de glucocorticoides, los receptores de hormonas tiroideas y el receptor X de retinoides.

Dado que la mayoría de los disruptores endocrinos son capaces de imitar a las hormonas sexuales, el mayor impacto adverso se ha observado en el sistema reproductivo. Entre los distintos disruptores, los estrógenos sintéticos, los fitoestrógenos, los pesticidas, los plastificantes y los productos químicos industriales presentan fuertes propiedades antiandrogénicas y débiles propiedades estrogénicas.

Disruptores endocrinos y la glándula tiroides

Se ha comprobado que algunos disruptores endocrinos, como el perclorato y el tiocianato, afectan la habilidad de la glándula tiroides para incorporar yodo. Esto da lugar a un deterioro de la biosíntesis de las hormonas tiroideas.

El yodo es necesario para fabricar hormonas que regulan numerosas funciones del cuerpo después de ser liberadas a la sangre. Según investigaciones, es posible que personas expuestas prolongadamente a cantidades altas de perclorato desarrollen hipotiroidismo.

Impacto de los disruptores endocrinos en la glándula pituitaria

Muchos disruptores endocrinos actúan directamente sobre el sistema nervioso imitando las funciones de los neurotransmisores. Esto afecta posteriormente al eje hipotálamo-hipófisis-gonadal e induce una serie de consecuencias, como el retraso del inicio de la pubertad y la alteración del ciclo circadiano.

Se ha comprobado que algunos disruptores endocrinos, como las sustancias químicas estrogénicas, aumentan la síntesis y la secreción de hormonas hipofisarias, como la prolactina y la hormona estimulante de la tiroides (TSH). Esto aumenta el riesgo de cáncer de mama y de tiroides. Además, hay pruebas que sugieren el papel de estas sustancias en el desarrollo y la progresión del cáncer de la glándula pituitaria. 

Disruptores endocrinos y sus efectos en la glándula suprarrenal

El elevado flujo sanguíneo y las altas cantidades de ácidos grasos (lipofílicos) hacen de la glándula suprarrenal un objetivo adecuado para los disruptores endocrinos. Los estudios que investigan el efecto de estas sustancias químicas en el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal han puesto de manifiesto la posibilidad de que se altere la síntesis y el metabolismo de las hormonas esteroideas. En concreto, se ha descubierto que los alteradores endocrinos perjudican la esteroidogénesis suprarrenal al modular las funciones de la aromatasa, la 5-α reductasa y las hidroxiesteroides deshidrogenasas. 

Alteradores endocrinos y neoplasias endocrinas         

Existen numerosas pruebas que sugieren que los disruptores o alteradores endocrinos aumentan el riesgo de cánceres de testículo, próstata, tiroides y seno. Entre estos disruptores endocrinos se encuentran los fungicidas, los plaguicidas, los éteres difenílicos polibromados (PDBE), los organoclorados, los bifenilos policlorados (PCB), el diclorodifeniltricloroetano (DDT), el diclorodifenildicloroetileno (DDE), el arsénico y el cadmio.

Estamos rodeados de toxinas ambientales (xenobióticos) todo el día, todos los días. Están en el aire, el agua, en los alimentos, en productos de cuidado personal y hasta en el ambiente donde vivimos. Aunque nuestro organismo hace un buen trabajo para mitigar los riesgos que suponen los pequeños niveles de exposición a los disruptores endocrinos, algunas veces necesita ayuda.

La susceptibilidad a la sobrecarga de toxinas tiene una gran variabilidad individual. Algunos de los factores que contribuyen a esa susceptibilidad son la genética, el sexo, la composición corporal, la alimentación y estilo de vida, las afecciones hepáticas y renales subyacentes, el estado del sistema inmunitario y la salud de la microbiota. Algunas o muchas de estas variables pueden hacer que seamos más propensos a sufrir los efectos nocivos de los disruptores endocrinos.

Cómo podemos minimizar el impacto de los disruptores endocrinos

Dicho esto, podemos hacer algunos cambios en nuestro día a día para disminuir el impacto de estas sustancias nocivas para nuestra salud con las siguientes pautas:

  • Beber mucha agua (filtrada) para eliminar las toxinas a través de los procesos de desintoxicación del riñón.
  • Regular el intestino y hacer deposiciones diarias para evitar la recirculación. Los deshechos que permanecen demasiado tiempo, se reabsorben.
  • ¡Sudar! Ya sea a través del ejercicio, o yendo al sauna.
  • Incluir alimentos que apoyan la eliminación de ftalatos. Entre estos alimentos están principalmente las verduras crucíferas, como la col, el brócoli, la coliflor y las coles de Bruselas. Si tienes hipotiroidismo, no tienes que tenerle miedo a las crucíferas, dado que, al cocinarlas brevemente al vapor, su efecto goitrogénico se reduce al mínimo. Además, tendrías que comer demasiadas crucíferas para que representen un verdadero peligro para la absorción de yodo.
  • La exposición al BPA puede reducirse evitando los alimentos enlatados y envasados, eligiendo botellas de agua de vidrio o de metal. Además, evitar calentar sus alimentos y bebidas en plástico en la medida de lo posible.
  • Apoyar la salud de la microbiota mediante el consumo de alimentos probióticos y prebióticos, manteniendo en orden las bacterias buenas en el intestino.
  • El uso del sauna infrarrojo también contribuye a la eliminación de las toxinas ambientales.

Más recomendaciones en el artículo Cinco claves para el balance hormonal

Bibliografía:

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